Mi abuela durante buena parte del año suele estar en la puerta de la sala, casi a pie de calle. Arrastra el taburete hasta el portal, lo pone en la puerta a modo de barricada y antes de sentarse da una mirada chismosa al barrio. Se apoya sobre el enrejado del portal y mira a cada lado de la calle como si fuera a cruzar, pero lo único que busca es ver quién pasa. En la mano izquierda suele estar un pedazo de tela, un pantalón viejo, una camisa rota, en la derecha la tijera.
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